Esta entrada es básicamente una versión extendida de todo lo que dije en "Linux otra vez". El Director's Cut.
Recién actualicé un par de componentes en mi computadora. Todo comenzó cuando decidí cambiar de sistema operativo de vuelta a Linux. No tengo la menor idea si el cambio esté relacionado de alguna manera, aunque hay pocas razones técnicas para que ese sea el caso. No obstante, así fue. Nada más decidí volver a Linux (el sistema que he usado principalmente los últimos 12 años) comenzaron los desperfectos.
Tenía perfectamente claro, desde el comienzo, que la culpa no es de las distribuciones que estaba probando, sino que el problema debía radicar en el hardware de mi PC, ya que la mayoría de componentes están alcanzando cinco años de vida. Como había usado la misma distribución los últimos diez de esos doce años, Manjaro, desactualicé el conocimiento sobre las otras distribuciones y el estado que éstas guardaban en su desarrollo. Por eso me vi tentado a probar algunas que escuché bastante últimamente y una que nunca usé: Pop!_OS, EndeavourOS y Fedora.
El primero está bonito, pero encontré que estoy muy acostumbrado al gestor de paquetes de Arch que cambiar, a estas alturas, me resulta perezoso. El segundo, Endeavour, pudo ser la respuesta, porque como Manjaro, también está basado en Arch, lo que significa que prácticamente ya lo sé manipular muy bien así de entrada; el pero que le encontré fue el tamaño del equipo que lo desarrolla y respalda. Una de sus últimas publicaciones fue, además de una release del sistema, una publicación donde explican lo rebasados que están de trabajo, que estarán ausentes un tiempo por temas académicos y que los usuarios de su sistema deben esperar menos actualizaciones por un tiempo en lo que encuentran de nuevo su impulso. Esa incertidumbre nunca la he sentido con Manjaro y la asociación que lo posee, entonces terminó siendo una vuelta para ver opciones, pero al final una decisión fácil en favor de lo ya conocido.
El último ha sido un pilar en el ecosistema Linux de toda la vida, pero nunca lo había probado. Por eso decidí echarle un vistazo sin ninguna otra intención. A pesar de que me parece la mejor implementación de GNOME que haya usado, sin duda, no pude acostumbrarme a su modo de distribuir paquetes y software, y nunca me sentí del todo cómodo con sus prácticas de ofuscación: entiendo que sea con el afán de hacerlo más atractivo, pero a los que acostumbramos la libertad propia de los sistemas basados en Linux eso nos parece secuestro del sistema.
Todos presentaron el mismo problema. Los síntomas son siempre los mismos: yo ejecuto un movimiento (una maniobra) en mi computadora que puede significar una "repentina exigencia de recursos" y el escritorio comienza a entorpecer paulatinamente hasta el punto de quedar completamente congelado. En ocasiones puede congelarse el entorno de escritorio, pero no el sistema por completo. En esas ocasiones es posible ejecutar algunas combinaciones de teclas, o atajos del teclado, que reinician el proceso gráfico de la computadora, o quizá terminan tu sesión de usuario; otros comandos ponen a tu disposición una terminal elemental que ofrece otras tantas opciones. El punto: cuando lo que encuentra un problema es el entorno de escritorio, es fácil ejecutar un reinicio para continuar con la sesión.
Lamentablemente ese no fue el caso en ninguno de los escenarios. Todas las veces que pasa el congelamiento (sigue sucediendo de vez en cuando hasta ahora) doy por perdida la totalidad de mi sesión, cualquier cosa que no se haya guardado hasta ese momento se pierde porque la única forma de recuperar la funcionalidad del sistema es haciendo un reinicio forzado. Termina siendo algo frustrante, la verdad, y por eso supe que era hora de comenzar con la ya debida remodelación de mi equipo y comenzar a comprar hardware nuevo para el reemplazo de las partes.
No pretendo ir hacia arriba en condiciones, la verdad, por las razones del costo y la necesidad. Comprar mejor equipo, más costoso, no me resulta eficiente ni necesario en este momento. Prefiero igualar las capacidades actuales con las que trabajo, pues me parecen ideales, pero en esta oportunidad usando equipo en perfectas condiciones. Este cambio busca ir cazando el desperfecto para, eventualmente, erradicarlo al cambiar el componente defectuoso. No hay ningún problema con la extensión de la búsqueda toda vez que pretendo, conscientemente, ejecutar un "Barco de Teseo" con las piezas de mi equipo hasta tenerlo en perfecta renovación. Este cambio ofrece, además, la oportunidad de crear un libro de seguimiento de las piezas y su información de uso y desgaste para conocer con anticipación los tiempos en los que debería estar ejecutando mantenimiento pro-activo en el futuro.
La primer víctima fue la memoria RAM. Tuve, desde el comienzo, un solo DIMM montado en una placa que admite hasta dos. Una barra de 16 GB hizo el trabajo todo este tiempo. Como supe luego de su reemplazo, mi barra de memoria RAM no tiene nada de malo, por lo que pasará a almacenamiento y podrá ser reusada en el futuro: por ahora fue reemplazada por un par de DIMMs de 8 GB cada uno para, como dije, igualar la capacidad mientras hago uso de su canal dual (digo... de todos modos ahí lo tiene, ¿por qué no usarlo?) Eso no solucionó el problema del congelamiento.
Entonces mi segunda víctima fue la unidad de almacenamiento. El sistema se aloja completamente en un solo SSD de 250 GB, que yo creí degradado luego de cuatro o cinco años de constante escritura y reinstalaciones completas del sistema operativo. A pesar de que sus lecturas eran correctas y los reportes SMART no indicaban algún desperfecto, yo de todos modos aproveché los buenos precios en almacenamiento que hay ahora y me hice de una unidad económica de la misma capacidad. Otra vez, parte por parte, pero eso tampoco reparó el problema, pues hoy se congeló hasta en dos ocasiones. Mi siguiente víctima será mi placa base, o tarjeta madre como le llaman, y ya hasta tengo el claro candidato en una ASUS muy bonita que anda en el mercado. Así el proceso actual de renovación del hardware en casa. Nada más emocionante.
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